Aunque el proceso de tejido de cestos en los Andes prehispánicos aún no se entiende completamente, investigaciones recientes llevadas a cabo en el Castillo de Huarmey ofrecen nuevas perspectivas sobre este antiguo oficio. Los cestos encontrados en los contextos funerarios son rectangulares, con varios centímetros de altura y una tapa también rectangular unida mediante un cordón. Estos cestos estaban decorados con hilos de fibra de camélido y confeccionados con tallos de caña, los cuales eran longitudinalmente cortados con un cuchillo. Las tiras estrechas de fibra se disponían con sus lados cortados enfrentados entre sí en un ángulo de 90 grados.
Los elementos estructurales de los cestos se unían utilizando una cuerda de algodón cubierta con resina, lo que permitía la construcción del fondo, los laterales y la tapa de las cajas. Finalmente, las seis paredes rectangulares se organizaban en paralelo para formar una caja rectangular. En los bordes más cortos se ataban tallos de caña más gruesos que funcionaban como patas de la caja. Para incrementar la estabilizar y resistencia de la estructura, las uniones entre las paredes se sellaron adicionalmente con adhesivo.
Cada una de las paredes laterales y la tapa se encontraban decoradas con hilos de fibra de camélido. Los hilos de diversos colores formaban patrones en rojo, naranja, rosa, púrpura, amarillo, verde y marrón, que caracterizan tanto el arte oficial Wari como las producciones regionales que imitanban el entorno natural. Son especialmente notables las representaciones de figuras con cetros y copas, así como híbridos fantásticos que simbolizaban el poder, enfatizando la autoridad de la nobleza Wari.
Es posible que el uso de colores específicos y motivos iconográficos en la producción de los cestos estaba estrictamente controlado por las élites gobernantes del Castillo de Huarmey. La confección de cestos de caña destinados a las mujeres de élite fallecidas requería habilidades manuales excepcionales, un profundo conocimiento y una capacidad destacada para planificar las composiciones. Es probable que las paredes en miniatura, que mostraban no solo la destreza artística sino también la variedad de colores y motivos iconográficos del artesano, desempeñaran un papel crucial en el proceso de decoración. Similar a la waraña, herramienta de tejido utilizada por los Aymara en Bolivia, estos patrones habrían servido para organizar colores, patrones y codificar los bloques de diseño para los cestos. Dichas plantillas facilitaban la labor de los artesanos, permitiéndoles transferir los diseños a las paredes de los cestos con mayor precisión y rapidez, así como ajustar su tamaño según fuera necesario.
Emanuela Rudnicka