Al igual que otras materias primas, la madera fue un importante soporte del arte Wari. Los hábiles artesanos del Castillo de Huarmey crearon increíbles objetos de madera, entre ellos adornos personales para la élite como orejeras, contenedores, vasos y cucharas, así como herramientas para la actividad textil.
Estas dos pequeñas figuras talladas fueron hallados en el interior de un fardo funerario, colocados como parte de las ofrendas cerca del pecho del individuo. Ambos objetos son contenedores y se caracterizan por tener un receptáculo tapado en la parte superior e inferior con tapones tallados por separado. Estos objetos habrían almacenado cal en polvo elaborada a partir de conchas calcinadas. La cal es un elemento importante en el chacchado de coca ya que su mezcla con la planta ayuda en la activación de los alcaloides. La cal se añadía con una pequeña cuchara a un bolo de coca en el interior de la boca, la cual se masticaba, probablemente por sus leves efectos estimulantes físicos, así como por razones sociales y rituales.
El contenedor escultórico más pequeño representa a un personaje masculino con sus manos, detalladas mediante incisiones, en ambos lados del cuerpo y llevando el característico gorro Wari de cuatro puntas del cual caen largas trenzas de cabello sobre su espalda.
La figura femenina está representada con el pelo suelto, una túnica larga y una manta cubriendo los hombros que recuerda a la lliclla, una prenda de vestir que aún usan tradicionalmente las mujeres quechua.
Los rastros de pintura en la superficie nos indican que este contenedor eran muy colorido originalmente. Sin embargo, con el paso del tiempo, estos colores se han perdido o no son muy evidentes. El color negro fue empleado para pintar el cabello de la figura así como las líneas verticales en su túnica. Un pigmento rojo anaranjado es más evidente en toda la zona del rostro, posiblemente se trate de cinabrio (sulfuro de mercurio), el cual era considerado un color sagrado en el antiguo Perú.
Roberto Pimentel Nita